Una mesa cuadrada
Rebosante de dulzura
Apoyada la incertidumbre
En un bocado de riqueza
La duda sigue la senda
Donde se refugia la siembra
La sangre que aún caliente
Demanda el desalojo
Entre las notas del perseguido
Que inyectan su condena
Se renueva la esperanza
Del muro puesto a la alacena
En la lengua del perdido
Se relaja el descanso
Del trabajo prohibido
Para buscar de nuevo el remanso
En sus manos abiertas
Cuelga el Jesucristo de la verdad
Entre olores y humo de colores
Se despierta la libertad
El movimiento del sigilo
Encuaderna su tristeza
Con la gracia de lo prestado
Regalando amor con todo descaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu mismo loslas, gracias.
¡Algo se está moviendo!
Salud y paz...ciencia.