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8 de diciembre de 2013

L3 ✞ Despacho al gusto de mí…Independencia.

O - Odio -


La España de hoy

A Luis Bonafoux

Veo con gusto que la jauría clerical aulla contra ti furiosa. ¡bah! Un puntapié y adelante.

Sí; rebajamiento de caracteres, resignaciones de eunuco, y mucha inmoralidad, y mucha podredumbre, y muchos frailes, y devotos por oficio y devotas por vicio...
Esto hay en España, más degradada hoy que cuando el Hechizado reinaba.

Lenta ha sido la labor, pero de éxito seguro; corromper, encanallar á los españoles para ponerlos en condiciones de sufrirlo todo, esto se propusieron y esto han conseguido.
El despertar de los sueños d ella felicidad que los restauradores pintaban, ha sido terrible.
Todo ha resultado mentira, menos el robo y el saqueo, durante los veintidós años últimos; mentira del bienestar, pues únicamente vivían bien los que chupaban la savia de la nación; mentira de prosperidad, pues sólo se elevaban los tahures de la política, los usureros del estado, los agiotistas de la fortuna pública; mentira el orden, pues no era más que la calma que precede á las grandes tempestades; mentira la moralidad, pues en época alguna mediaron más todas las prostituciones, del cuerpo y del espíritu.

Para llamar la atención á otra parte, á fin de poder acabar tranquilamente con el país, pusieron en moda la devoción, recogieron la escoria clerical arrojada de Francia, y hoy está convertida España en un gran convento donde se conspira contra todo lo honrado, se calumnia todo lo digno, se persigue todo lo decente.

No hay vida fuera de la Iglesia; todo, más ó menos directamente, se halla en sus manos; de aquí que se haya atrevido ya á descubrir claramente su propósito de ir matando de hambre al que no puede quemar como en tiempos de la Inquisición, ahorcar como en los de Fernando VII, ó echar á presidio y deportar como en los de Narváez. Ser hoy liberal al estilo antiguo, es decir, con vergüenza, es condenarse voluntariamente á la miseria. Por esto, los ganapanes de azada, título académico ó pluma, como las fregonas de camisa burda ó falda de seda, se acogen á los conventos y asilos; instinto de conservación, no fe religiosa; como en ellos encuentran alimento, protección é impunidad, acuden á bandadas.
Todo se arruina lentamente en España; sólo la Iglesia se alza poderosa. Todos lloran, sólo la Iglesia canta. Por todas partes quejas, reclamaciones, súplicas...La miseria invade, no hay el hogar del obrero, sino el de la clase media. Los que tienen mucho dan algo, pero es á las gentes de Iglesia; los que mueren, les dejan sin bienes.

Se cierran talleres y fábricas; á los labradores pobres les venden las fincas para satisfacer los impuestos, y no se procede contra los ricos que ocultan las suyas; emigran por millares los jornaleros á África y á la América del Sur, y s subvencionan cofradías y fiestas religiosas; se regalan mantos de fabuloso valor á las vírgenes de madera, y las de carne tienen que dejar de serlo para vivir; los curas están al corriente hasta de las pagas que la revolución dejó de abonarles para que no fueran íntegras á manos de los carlistas, y los militares que se batieron en Cuba las reciben con retraso.
Los catedráticos son perseguidos por los obispos; anteayer Arenas; ayer Odón de Buen, hoy Dorado Montero...y ¡Oh, cobardía! ni una voz poderosa levántase en defensa suya, ni una protesta colectiva lanzan sus compañeros, entre los cuales figuran republicanos y liberales de influencia y prestigio: Todos callan, sea por indiferencia, sea por temor á que la persecución les alcance.
Esto avergüenza, Bonafoux. ¿Cuán lejos estamos ya de aquellos tiempos en que Laureano Calderón y Augusto Linares arrostraban el despojo, la prisión y el destierro por no transigir con la reacción que se iniciaba, lo mismo que hicieron por aquel entonces Giner de los Ríos; y el mismo Salmerón, que ahora permanecen mudos!
Al que no se confiesé á la hora de morir, se le niega sepultura; al que no se descubre al paso de una procesión, se le da un garrotazo; al que discute un punto del dogma cátolico, se le envía á presidio; escarnécese á los protestantes é insúltase á los masones... Y todo esto se tolera por los llamados liberales, á sabiendas d eque la religión sólo sirve de máscara á la política hipócrita y miserable que trata de matar el espíritu revolucionario para sustituirlo, ó con el histerismo religioso que enerva al par que pervierte, ó con el escapulario de detente bala, por si mañana se le escapase de la mano la influencia que ejerce hoy; política cobarde que culebrea desde el Quirinal al Vaticano, acuchilla á los estudiantes, odia la ciencia y encarcela al escritor.
Al Ejército lo están preparando para D. Carlos. Ya los soldados llevan escapularios como las honradas masas de asesinos de Cuenca, Olot é Iguzquiza; entre sus jefes, los hay que tocan sus condecoraciones en la momia de San Isidro, y entre sus generales, quienes cargan con pendones en las fiestas religiosas. Los soldados van á Cuba y Filipinas blindados de medallas; cuando se baten y triunfan, no es de ellos la gloria, sino de la providencia, del santo del día. Se les regatea hasta la honra de saber morir dignamente por la patria.
El Ejército no es, no puede ser nunca carlista; se lo vedan sus convicciones, su historia, la sangre que ha derramado por la libertad; y si esto no bastare, se lo vedaría el instinto de conservación; el día que D. Carlos se viera en el trono, mandaría á su casa á generales, jefes y oficiales para colocar á los suyos; pero esto no quita para que se procure por todos los medios empujarle hacia la reacción por el camino religioso.
La ley se aplica hoy çá capricho del partido que manda; los jueces condena á presidio al que combate un punto del dogma ó discute un milagro; en cambo se detienen ante los conventos y los palacios episcopales; dígalo Calvo y Valero, malversador de los millones del legado de Igareda.
Los ministerios, los altos cuerpos del estado, las academias, las Universidades dan contingente crecido á las fiestas religiosas, que se celebran, ora para que llueva, ora para que no; ya para dar gracias al cielo por cualquier cosa, ya para pedirle que acabe la guerra.
Del periodismo, religión de descreídos, pero gran fuerza social, ya he hablado hace días. Los espíritus rectos son tan pocos, que no pueden oponerse á las corrientes de mercantilismo que en él predominan. Entrar en un periódico, es tomar un oficio. Se defiende al que paga. ¿Acaso el peón del albañil no construye lo mismo templos que lupanares?
Abogados, industriales, comerciantes, ¡hasta los cómicos!, ¡hasta los médicos!, tienen ya santos titulares, se reunen en cofradías, celebran fiestas y se cuelgan cintajos con imágenes y letreros: ¡hermanos de tal!..., ¡hermanos de cual! Que hacen recordar á Caín. Ahora se trata de que los periodistas aceptemos por abogado á San Saturnino.
Aquí se celebra una rifa para comprar un riquísimo manto á una imagen; allá se levanta un soberbio edificio religioso con el dinero de los fieles; esta asoación prepara grandes fiestas para festejar el día de su patrono; aquella hermandad dispone una romería en honor del suyo; una comisión pide para el dote de una joven que aspira á convertirse en esposa de Cristo; otra recauda para edificar un templo; un aristócrata muere y deja por herederos á los jesuitas; una señora se encierra en un convento y enriquece á la comunidad; las hermanas de la caridad no pueden colocar en sus coches los donativos de especie, amén de las cuantiosas mandas que reciben en dinero; los pórticos de las iglesias son bazares donde todo se subasta; una papeleta de diez céntimos abre las puertas del Paraíso.
Y por si esto no bastare, en cuantas ciudades, villas y aldeas tiene España, lo mismo en el pulpito que en el confesonario, en la prensa que en el Ateneo, en el taller que en el almacén, á la puerta del comercio como á la de la Iglesia, se pronuncia ó se escribe esta frase: ¡Limosna para el Papa! Y la mujer honrada al par que la prostituta, y el hombre serio á la vez que el libertino, la repiten, esforzándose por figurar los primeros en las listas de suscripción.
Se levantan conventos por todas partes, y no hay caldo en los hospitales; los hogares están perturbados por la injerencia clerical; los padres de hijas con dote tienen que tomar precauciones para que no se las secuestren; las madres con hijas hermosas las buscan desoladas por los asilos religiosos; los seminaristas y aprendices de fraile se hallan exentos del servicio militar.
Los duendes han resucitado, las almas en pena piden sufragios, las vírgenes se aparecen, los santos curan enfermos, los endemoniados gritan en las iglesias, los misioneros preparan la guerra civil, los fieles alborotan en los rosarios de la Aurora, los curas ahuyentan la langosta y otras plagas á hisopazos y latines... Y salen todos los días apóstoles curanderos; y los ciegos cantan milagros por las calles entremezclados con hazañas de bandidos; y se pide á Dios que retire las aguas en las inundaciones; y se bendice todo, has lo podrido.
Pero ¿qué más? Los bandidos que mata la Guardia Civil llevan al cuello tres ó cuatro escapularios; calcuta, Bonafoux, por este dato, cuántos llevarán los que no se ponen al habla con ella.


Y ahora que trato de esta gente, no quiero que se me pase decirte que muchos concejales republicanos asisten á fiestas religiosas pagadas con fondos del Municipio.
Los jóvenes son hijos ó de San Luis, ó de San Ignacio, ó de cualquiera otro santo; las jóvenes, hijas de María, en sus múltiples advocaciones, ó del Corazón de Jesús; las hay reparadoras no sé de qué, siervas, esclavas; el asunto es tener un pretexto para echarse á la calle con el devocionario en la mano, y... Detengámonos en el dintel de la maledicencia.
No se da psao sin tropezar con un cura, un fraile ó una hermana de la caridad. No se recorren veinte metros sin divisar un convento, una capilla, una iglesia ó un asilo benéfico; no transcurre un día sin recibir una circular católica en demanda de limosna. Las campanillas de las cavas, movidas por manos de fregratrices con tocas, no dejan sonar.
Celébranse fiestas á diario; cuándo el rosario, cuándo la novena, cuándo la procesión. Y mucho cirio, y mucho perfume; y en los ricos vestidos de las imágenes, muchas joyas; y mucho oro y mucha pedrería en los de los ministros del altar.
Hoy no se respira en esta nación más que por los pulmones de la frailería, la clerigalla y el monjío; hoy no se leen más que oraciones, relatos de milagros ó insultos á la libertad. Las mujeres no piensan en otra cosa que en acudir á los templos á oir sandeces é inmoralidades, cuando no en practicarlas al salir. Los hombres, unos por hipócritas, otros por malvados y muchos por débiles, permiten que en sus familias se introduzca la serpiente negra, aun cuando se enrosque á su fortuna ó á su honor; de ahí esas donaciones escandalosas, esas jóvenes deshonradas, esos encierros á viva fuerza en los conventos, esos crímenes contra natura, que casi no escandalizan ya á esta que fué siempre raza de hombres viriles.
Y mientras tanto, las alhajas de los templos desapareciendo con todo lo que tiene algún valor histórico ó artístico; ideas de odio y de exterminio vertiéndose en el púlpito; coro de maldiciones resonando en los templos...Y como consecuencia lógica, un pueblo embrutecido, fanatizado, hambriento, sin conciencia de su deber ni idea de su dignidad, que contribuye á todas esas farsas con su quietismo y se deja morir cobarde y resignadamente por esas aldeas, esos talleres, esos campos...
Y al compás de esta orgía de devoción, de esta danza macabra de virtudes abominables, se pierde y se hunde cuanto constituyó siempre el orgullo de este pueblo, porque falta aquí de moralidad lo que sobra de cobardía. La misma ganzúa que sirve para forzar la caja de valores, se emplea en abrir las puertas del cielo; la prostitución dorada comienza en la alcoba la frase ¡yo te amo!...dirigida al amante, y la termina en el templo, añadiéndole un ¡Dios mío! Se va de Sodoma á Jerusalén en quince minutos. El diablo acompaña sonriente á pecadores y pecadoras hasta la puerta de la iglesia y aguarda tranquilo á que salgan para cogerse á su brazo de nuevo.
Y á todo esto, los hospitales tienen que rechazar los enfermos por falta de sitio; en los asilos religiosos se roba, se baila y algo más, y en las Inclusas los niños se mueren de hambre; hay ama que se encarga de tres ó cuatros, y no cobra después. Y allá, en el fondo de esos tristes tugurios habitados por las clases productoras, tragedias terribles en que el hambre ejerce de protagonista.
Y los redimidos por Mendizábal, los hijos de los que derramaron su sangre por matar el predominio clerical, apenas si paran mientes en lo que nos rodea; y ven alzarse conventos á porrillo; estafar el dinero á los fanáticos por todos los medios imaginables; secuestrar jóvenes de ambos sexos par llenar los conventos; apoderarse, bajo pretextos caritativos; de escuelas, asilos y hospitales; fundar asociaciones con aparente carácter religioso, pero en realidad para preparar la nueva guerra civil; correr impunemente de un lado á otro frailes y monjas con órdenes de organización y propaganda... Y callan, como si sobre ellos no hubiera de desplomarse la avalancha.
Una sola esperanza queda, como ya te he dicho; que esas multitudes hambrientas y desarrapadas, por instinto más que por convicción, se alcen un día, y con el hierro curen la gangrena social, y con la tea purifiquen la atmósfera saturada de miasmas de podredumbre, poniendo en el fiel la balanza de la justicia.
Si no justificaran la revolución las inmoralidades de los monárquicos, la justificaría el deber en que estamos todos de romper la red que el clericalismo nos ha tendido...
He aquí querido Bonafoux, pintado á la ligera el cuadro que te ofrecí; si de algo peca es de flojedad en las tintas. Y dime ahora si no merece alguna disculpa ese que mi citas por haberse dejado arrastrar un instante por la corriente general. Es una lástima, porque era (y creo que lo será todavía), de los llamados á salvarse del naufragio en este océano de inmundicia. Pero de todas suertes, es triste esto de que hoy unos, mañana otros, vayan tantos cediendo ó transigiendo, aun cuando esto sirva para avalorar el mérito de los luchan se sostienen; pues como dijo nuestro inmortal Ruiz de Alarcón:
Los malos honran los buenos
como honra la noche al día,
que sin tinieblas, tendría
el mundo la luz en menos.
Sabes que te quiere desde que te conoció, éste que anda en los periódicos á caza de tu firma para aprender algo y admirar mucho.


El Motín 1897
Revista semanal satírica


Anotaciones al texto, para libremente enjuiciar con el silencio más valorado, el despacho al gusto de mí…Independencia:


 Si amas en igual proporción podrás odiar.
El amor mata.



Cambiar en igualdad circunstancial de tiempo aconfesional: Iglesia (Entregada vida a Dios) por Estado (Vividores de Dios y comunidad anticristo del bienestar), la cuenta será precisa en justa hora, más adelante, podremos hablar de Religión y tal...
Curioso que los progres de antaño, ahora no sean liberales o quizás, me equivoque y escondan sus intenciones en la solidaridad suplantada a Dios, y cierto es, en su hora más injusta, la rebelión de los pobres serán arrojados a los perros de la paz, en una guerra sin par, con los alimentos que los mantienen a todos y todas en sus seguridad, instalados, gracias a Dios.
Es oportuno repetir que sin la llamada de la cruz, la sangría no seria festiva, ni taurina, sino humana.
La iglesia no se alza, se levanta en abierto abrazo a Dios, bendición la humanidad y toda su naturaleza... Obra y gracia de Dios todopoderoso. Por lo tanto, tan sólo la puede ensalzar Dios nuestro señor y con él y en él, nuestra libertad individual, que así comprende y entiende deba ser por imperiosa obligación y sin derecho la de participar en la comunidad sin más.



La Iglesia canta alabanzas de amor y alegría, porque no siempre puede llorar, ni ahogarse en la eterna condena de la pena y la desgracia. Su alegría es la motivación de ser hombre de fe, sin muerte, y con sus lágrimas el riego de la vida.



¡Se chove, que chova!
¡Agua Dios!


Fragmentos de conventos:
No hay peor cosa que la instalación, pensaba Francisco. En el campo abierto, en la arena del combate es donde el hombre se fortalece. Por eso Francisco no retenía por mucho tiempo a sus hermanos. Muy pronto los soltaba a los caminos abiertos del mundo porque sabía que sin batalla no hay fortaleza y que la madurez es fruto de muchas heridas. 
Y dijo a sus hermanos: 
¿Qué quiere el señor de todo esto? 
Sin duda quiere librarnos de la tentación de la instalación, ¿No decimos todos los días que somos peregrinos y extranjeros en este mundo?

Recordad pues: Donde hay instalación hay seguridad y donde hay seguridad, no hay pobreza. No busquéis otra seguridad que el saberos amados del altisimo.


Francisco de Asís, el buenagente.

Final del padre nuestro de Praydino la Faba:
...No dejes que esto ocurra. No nos dejes caer en nosotros mismos. No permitas que se apague la inquietud que nos tiene hay en tu búsqueda. Líbranos de perder nuestra libertad, la que nos hace "hijos de Dios".
Amén.


¡AMOR!

Vivir para todos

A mí mismo

Estoy envanecido y contento de que mi vida termine como empezó: Creyendo en la patria, en el amor, en la abnegación, en el sacrificio, en cuanto levanta los pies del polvo, eleva el espíritu, ensancha el corazón, y pone do de haber trabajado constantemente por los desheredados, los que sufren, los que han hambre y sed de justicia, y haber combatido la iniquidad en todas sus manifestaciones.
El día que muera, no sentiré remordimientos por haberme ocupado mucho de mí.


El Motín 1903
Revista semanal satírica



El día que descubras después de huir, de unir y explorar  el horizonte que hay más allá y después de ti, contemplarás que hay algo más.
 ¡Bienvenido!

Si por la razón te roban el sueño, estás muerto y enterrado.
¡Gloria a Dios!





KIFACE by the FACE

En: BOOM!




Nota desconcertante
Podría escribir mejor y con mayor entrega en cuanto al tiempo y su enjuiciamiento, pero entiendo que tan sólo a mi debe importarle esto, por lo que así está, maravilloso...