21 de febrero de 2010

La gota

El silencio engaña, cuando en tu habitación, no se escucha más que la gota que cae por la ventana, en caída libre hacia el suelo.
Ese haz de oxigeno, embalado hacia el centro de la tierra, que con total sutileza, no levanta ni una pizca de misterio, perfecta en su movimiento, el silencio es su acompañamiento, se desploma contra la materia, sin dejar más que las babas de la explosión certera.
Bien formada, por la tormenta, esa señora sufridora y claustrofobia andante, irritante y pudorosa, la que jamás descubrió el beso, rozo la lascivia y menos aún pudo tocar la envidia, se destapa de la nada, para arrugar la tez de cualquier oveja, nunca cobijarse, huye y su grito sin cesar, te ilumina, “Alejarse”.

De una gota se colma el vaso, del vaso se desprende el sobrante, para indagar en el mundo vigilante, aquello que nunca fue bien visto, hoy se derrama por el obelisco.

Lo llaman gota de lluvia fresca, sal nueva, esperanza y algo aún más hortera, libertad duradera.
Con un novel por bandera, vuelve a la escuela, la antigua usanza, cogidos de la mano, para no perderse en el bosque, ese tan oscuro y temido, los dos lozanos y los dos agarrados de la mano.
Divisan unas cuantas legiones, de gripes y maricones, flotando con desgana, en la mar de la insaciable hermana, la que como buena puta, requiere sus servicios por lo prestado, sin cobro y sin ningún legado.

Dejando patente que el juego continua, ella manda, ella dispone, ella es el Guru que te domina..., con la Malla de la solidaridad, del buen rollo, del placer natural, para engatusarte y robarte el alma, sin rechistar.

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Salud y paz...ciencia.