El lamento de un hombre
Se deshace en lágrimas
Se desprende de su turbante
Cómo si un costal pesado lo cubriese
Sus ojos horrorizados
Amontonan balbuceos y sin sentidos
La prisa de su expresión
Le incapacita para la entendible interlocución
Ha llegado de la nada
Con el miedo por vestido
De sus andrajos roídos rezuma
El hedor de la muerte
Cómo el humo de la perdición
La niebla espesa de la mañana
Se aproxima impaciente
El manto de las tinieblas
Devora el contorno
Dejando el vacío
Silenciando cualquier rumor
Los pájaros dejaron el vuelo
En los nidos de la seguridad
Se han recogido
La amenaza que se avecina
No otorga opciones
Más que rezar por la salud perdida
Que divaga ante mis pies
Postrado entre mis rodillas
Suplicando un perdón
O algo de compasión
Cada momento es el último
Entre sus brazos desangrados
La mirada tiembla agonizante
¿Que dominará a este caminante?...